Textura de Las Vidas por Venir,  Por. Ana Baños

 

“Llegará el día en que ningún niño recién nacido será reconocido como humano antes de haber pasado cierta cantidad de exámenes referidos a su dotación genética…. Si no pasa esos exámenes perderá su derecho a la vida”.
Francis Crick, co-inventor de la estructura del ADN

La vida no es un asunto de elección, nadie elige nacer, nos traen, nos mandan llamar. Hasta hace poco la humanidad nacía culpable, culpable de haber nacido; de ahí en más, cada uno tenía que arreglárselas con la vida. Los hombres engendraban porque ellos mismo habían sido engendrados. Nadie podía reprochar a sus padres el ser genéticamente demasiado humano, nacer precario o haber nacido más o menos “fallado”. El hombre era producto de una lotería, el azar intervenía en la selección genética de su concepción.

Hoy la biotecnología se hace cargo de cómo venimos al mundo. La ciencia y la biopolítica determinan los criterio sobre cómo han de venir los que vienen. Las ciencias de la vida están desplazando el dominio de la procreación al lado del derecho: el derecho de los médicos, el derecho de los investigadores, el derecho de los padres y el derecho de los niños. Hoy tenemos querellas legales de niños que entablan juicios contra sus padres por haberlos dejado nacer a sabiendas que tenían tal o cual desventaja genética o padecimiento. Llegará el día en que al descendiente reprochará al ascendiente el hecho de haber modificado su código genético o a la inversa le reprochará por no haberlo hecho.

La ciencia actual se caracteriza por crear nuevos objetos que cambian nuestra realidad en aspectos tan esenciales como la procreación de la especie humana. Se empezó por eliminar al padre, le siguió la madre y, por último, se ha prescindido de ambos. La biotecnología suprime el acto carnal, la sexualidad, el parentesco, el azar, la libertad y la identidad.

Los avances tecnológicos en el campo de la procreación no hacen sino emular numerosas prácticas conocidas en el mundo animal, en particular entre los insectos, bacterias o peces. La fecundación, sin la unión de los cuerpos, es bastante común en el mundo animal, pero no en los mamíferos. Así, hemos pasado de la procreación aleatoria (azarosa) a la reproducción selecta y de la procreación sexual a la reproducción asexual. Hoy se cambia el azar por la “voluntad” sobre pedido. Pasamos de la estructura del arte, de la creación, a la estructura industrial de la reproducción. La procreación, inventa y la reproducción, copia.

La lengua árabe tiene dos palabras que usa con rigor para diferenciar la “procreación” (injab) y la “reproducción” (naskh). La palabra “reproducción” se aplica solamente a la fotocopia, al duplicado. Naskh se empleó para calificar la clonación de Dolly. Lo que inquieta de la clonación es que se elimina la sexualidad, es decir, la diferenciación, la sexualidad produce al diferente. En cambio, la clonación se instala en el horizonte de la reproducción, del doble.

Las poblaciones provistas de sexualidad pueden evolucionar más rápido que las que carecen de ella. Las poblaciones sexuadas sobreviven donde se extinguen las poblaciones asexuadas, ya que la sexualidad se liga a lo imprevisible. De ahí que el hombre se haya construido como quien tiene la posibilidad de ser así o asá y por lo mismo provocar sorpresas y decepciones.

Según la tradición cristiana el humano fue creado a imagen y semejanza de Dios, los que vendrán serán creados a imagen y semejanza de Dolly.
Dolly fue creada asexualmente como se reproducen las bacterias.

La ciencia está introduciendo la reproducción no sexuada en el reino animal y humano y volviendo evidente la disyunción entre la sexualidad y procreación. Antes de Dolly ya se sabía cómo reproducir bacterias en forma asexuada. Y se creía que si se tomaba células de músculo, se podrían clonar células de músculo, pero con ellas no se podían clonar hígados por ejemplo; una célula muscular no daría nunca una célula hepática.

Se pensaba que sólo las células embrionarias indiferenciadas (células troncales o células madres) permitían engendrar cualquier tejido biológico. Pero Dolly cuestionó la teoría, sorprendió a los mismos investigadores escoceses. Dolly se engendró en el lugar donde no debía pasar nada: el grupo de control. Ahí el núcleo de una célula mamaria (célula ya diferenciada) se volvió capaz de rehacer todo el programa genético cuando fue biotecnológicamente instalado en un óvulo (al que previamente se le había extraído el núcleo).

En todo caso, el gran acontecimiento científico fue la perdida de la diferenciación celular de un organismo adulto. Dolly muestra que la ciencia no es contemplación sino una práctica que interviene en lo real. Galileo había afirmado que la naturaleza está escrita en lenguaje matemático…. Sólo que la ciencia hoy no es sólo lectura de la naturaleza, pues determina lo real, lo trastoca. Así, la tecnología de la reproducción ha tocado de manera inquietante lo real de la vida. Una vez más, la ciencia no es sólo lectura, produjo a Dolly. Continuará…

anajbanos@hotmail.com