Presentación De Textura

Por ANA BAÑOS, PSICOANALISTA. / JULIO 03, 2007

Todo texto, como todo tejido, tiene una textura en particular. Algunos pueblos de Sudamérica usan una misma palabra para referirse al hilo y al lenguaje: el lenguaje es un hilo que enlaza a los hablantes.

El tejido no es otra cosa que un texto, como lo recuerda su etimolog
ía, ambos derivan del vocablo latín texere (tessere en versión clásica) y que se tradujo literalmente como tejer, su hilo al pulsarse resuena en efectos de lenguaje. 

De texere derivan tambi
én tesitura y textura. Elegimos “Textura” para dar nombre a esta columna digital y colaborar con Los Tubos en la Web: esta otra red que hoy también conecta a los humanos.

El cuerpo humano es un conjunto de agujeros articulables, partes perforadas (boca, ano, piel, ojos, o
ídos, nariz, vagina, agujero de la cabeza del glande). En esas perforaciones se juega un destino, pues allí toma asiento un deseo y varias cuestiones. Como lo muestran de forma cotidiana los jóvenes que han convertido su cuerpo en un lugar de perforaciones donde los aretes cuelgan al por mayor y de los que ellos se pescan, es decir, se construyen con agujeros un lugar para sostenerse. 

Con los agujeros imaginamos cosas y establecemos las complejas relaciones con los otros. Esos son causantes de deseo, así: la mirada atrae a la vista, el pecho convoca a la boca, la piel incita al tacto, la voz seduce o lastima al oído. Cuando se escucha áspera, no importa si lo que se canta es en francés, alemán o inglés; se entiende, la voz es lo que cimbra al oído.

Textura de odio

El oído no parpadea. Con el oído no podemos no oír, cuando uno más se esfuerza por no oír, más lo escucha. En los hospitales psiquiátricos es común ver pacientes con algodones en los oídos, en un intento de cortar, de descansar de la voz que les atormenta. La voz que les persigue es propia, por eso les sigue por doquier, pero la perciben como ajena, como viniendo de afuera, como extraña, lo dijo Freud, lo extraño siempre es lo más propio. 

Oímos desde antes de nacer hasta el instante en que morimos, Oír se dice en latín Obaudire y pasó al español como obedecer. El que obedece, oye. 

En nuestros días la obediencia no es común, pero también es cierto que hoy no hay quien escuche. Por ejemplo, hablamos a nuestra compañía de cable o teléfono y somos recibidos por una grabación “Por favor no cuelgue, su llamada es importante para nosotros”, pero la máquina no nos oye, y diez, quince minutos, continua hasta el hartazgo “por favor no cuelgue”  Sea dicho de paso, las máquinas no oyen, no hablan, no tienen voz y “hasta nuevo aviso” no respiran. La voz es sonorización del soplo de aire expirado sólo por aquellos que gritan, lloran, hablan.

Odio y oído tienen las mismas letras, son anagrama. El odio entra por el oído. Los humanos necesitamos de odio o amor para poder sobrevivir. Los dos hacen lazos: lazos de amor, de odio.

Louis Wolfson, joven estudiante de lenguas esquizas, como él mismo se hace llamar, diseñó por el año 1976, un artefacto que años más tarde invadiría el planeta: el walkman. .

Wolfson podía utilizar su dispositivo para desplazarse y evitar así el dolor que se producía en su oído al escuchar el idioma inglés. El walkman rudimentario era una especie de estetoscopio en los oídos, conectado a un magnetógrafo portátil, al cual se le podía: enchufar y desenchufar; aumentar y bajar el sonido, y permutar con la lectura de algún libro. Lo esquizo está en el origen de este invento que con el tiempo haría esquizas a generaciones enteras.

Wolfson, un norteamericano angloparlante, había sido diagnosticado con esquizofrenia a los 5 años. En su libro El esquizo y los lenguajes, que escribió en francés, cuenta la relación particular que tenía con su lengua materna. Narra, en tercera persona, los acontecimientos de su experiencia. En un género literario singular “escribe su locura”, el arte de escribir la experiencia vivida en la locura, es diferente a la locura misma. Él trabajaba sistemáticamente para no escuchar su lengua materna (tarea mayúscula puesto que el inglés era la lengua compartida por la gente que le rodeaba) La tarea de traducción que Wolfson ejercía consistía en desarrollar medios instantáneos para convertir las palabras en palabras extranjeras, inventó un nuevo lenguaje, compuesto de una mezcla de sintaxis y fonemas de varias lenguas: francés, el alemán, el ruso y el hebreo a fin de no sentirse “penetrado por las palabras inglesas” y de esta forma “masacrar las palabras de su lengua materna”. Cuando su madre se dirigía a él hablándole en ese idioma doloroso, se tapaba sus oídos para evitar que la melodía del inglés le perforara hasta cráneo. En el caso de Wolfson, la lengua materna posee para él la marca del dolor insoportable. 

Los analizantes llevan al diván sus inhibiciones, sus síntomas y angustias, todas consecuencias de una condición previa: la prematurez que les acompaña. Para el humano, la prematurez es estructural y estructurante. 

Los humanos tenemos otra naturaleza que no es la de los animales: la premadurez es su esencia corporal desde que nace hasta que muere; ese déficit originario hace que el sujeto humano este siempre en construcción. 

El humano nace en estado fetal, a los nueve meses de gestación somos un feto extrauterino, el cuerpo conserva su plasticidad a lo largo de su vida extrauterina. 

Debido a la precariedad corporal en la que nace, el humano no tiene especialización alguna (los animales especializados alcanzan la madurez, el humano no), por lo tanto es un ser bastante privado. Tan carente que necesita de grandes cuidados al nacer, la pendejez es su estado natural, cuando nace no está en condiciones, ni sabe cómo reaccionar, frente al mundo que lo rodea. El cachorro humano requiere para sobrevivir depender “largo rato” de un prójimo, requiere dotarse de una familia y de una comunidad. Esa dependencia hace que el humano quede afectado por la imagen y el lenguaje compartido por aquellos que le anteceden, le cuidan y le hacen saber y confirman lo que él es. 

Sin embargo, la permanente nostalgia del humano ante esa completud que nunca alcanza, le ha llevado a recurrir a la técnica y a la tecnología para fabricarse prótesis especializadas. La prótesis muestra la relación cuerpo-máquina, no se trata de un ensamble anodino. Prótesis que resuelvan ese déficit corporal: prótesis mecánicas, cibernéticas, químicas, genéticas. Entendemos por prótesis todo aquello que potencia y amplifica un cuerpo. 

Pareciera que el cuerpo humano tal y como le conocíamos se ha vuelto obsoleto, ya no hace frente a la situación actual. Las prótesis están destinadas a compensar un déficit corporal. La ciencia hoy tiene como misión resolver la condición humana: la prematurez; esa incompletud corporal, y para ello plantea dos vías: una promete detectar y reparar a nivel genético cualquier imperfección del soma mortal, sea con la nanotecnología, la ingeniería de tejido, o bien con la fusi
ón entre tecnología digital y biología (cyborg).

La otra v
ía aspira a hacer el cuerpo un envase desechable, clonable, intercambiable. La mente queda reducida a actividades químicas y físicas que pueden ser trasladadas fuera del cuerpo. La conciencia reducida a la memoria de una computadora donde pueda habitar por siempre y en partes. 

Hoy tenemos, por ejemplo, un o
ído amplificado en sus funciones, los celulares pegados a nuestras orejas son prótesis por las que escuchamos y podemos hablar a distancia.

Recientemente, el australiano Sterlac, artista del cuerpo amplificado para quien el cuerpo debe ser remodelado, se ha hecho implantar una oreja extra, una oreja derecha en un brazo izquierdo. Una oreja que no oye, pero transmite. Una vez intervenida electr
ónicamente, Sterlac sería capaz de hablar con una persona por la oreja extra y oír la voz de la persona que habla, dentro de él. Si cierra la boca sólo él sería capaz de oírla. Si la abre y hay gente cerca, ellos también oirán la voz de la persona desde dentro del interior de su boca. 

Hoy asistimos a una transformaci
ón, a una mudanza, que hace a los cuerpos “prematuros” cuerpos “trans” funcionales para sus nuevas tareas. 

Si fueron precisamente los vericuetos y adversidades de la prematurez los que constituyeron la condici
ón humana, ¿qué ha cambiado, está cambiando, cuando la ciencia introduce transformaciones que eliminan la estructura prematura de los cuerpos humanos?

anajbanos@hotmail.com